28 nov 2006

Radionovela

La radionovela

Descendiente directa de las novelas por entregas o folletines del siglo pasado, la radionovela ha sobrevivido durante años a los epitafios adelantados que le dedican los panegiristas de la era televisiva.

En contrasentido, se ha venido anunciando desde los 60 el regreso, por sus fueros, de este género radiofónico, cosa poco probable si se revisan los obstáculos que enfrenta: limitado, si no es que nulo, presupuesto para publicidad; preferencia de los radiodifusores por la programación musical o de otros formatos con menor costo y riesgo de radio hablada; temas y tratamientos caducosprotagonizados por nombres poco conocidos; ausencia de horarios dedicados por las emisoras y, en consecuencia, persistente desinterés de críticos, periodistas y hasta del público. Pero mejor revisemos un poco de la historia de este minimizado género.

Ma Perkins fue la primera "ópera de jabón"1 que entretuvo en 1933 a cientos de amas de casa de Cincinnati, EU. La peculiar denominación a las radionovelas en Estados Unidos, misma que se conserva hasta nuestros días para las telenovelas estadounidenses, se debe a los patrocinadores de dichas series radiofónicas, entre los que destacaban los fabricantes de jabones y detergentes para la ropa.

Ese mismo año, esta radionovela fue transmitida a toda la Unión Americana a través de la NBC y se dio a conocer como Oxydol's Own Ma Perkins… y su éxito subió como la espuma. Tan sólo esta serie se mantuvo al aire por más de 15 años.

Le siguieron The road of life, Young Doctor Malone, Life can be beautiful, Backstage wife y The guiding light. Esta última logró enorme popularidad tanto en radio como en televisión, como lo muestran sus ¡diez mil episodios en más de 50 años de difusión!

En México, las primeras radionovelas siguieron caminos parecidos a los de sus similares estadounidenses, pues también las empresas del jabón y enseres domésticos patrocinaron sus producciones. Entre estos culebrones difundidos por radio se cuentan Tres desertores, El ojo de vidrio, El monje loco, Gutierritos, Kalimán, Chucho el roto, Las aventuras de Carlos Lacroix, Ahí viene Martín Corona y Senda prohibida, misma que se convertiría en la primera telenovela producida en México y el mundo.
Las estaciones que transmitieron en los años 30 melodramas radiofónicos fueron la XEW, Cadena Radiocontinental, Radioprogramas de México, XEX, XEB, XEQ y XET —en Monterrey—, entre otras.

La enorme aceptación de las radionovelas se fincaba en gran medida en la solidez de sus historias, ya que contaban con excelentes escritores y actores, quienes protagonizaron una verdadera "época de oro" de la radio mexicana. Guionistas como Joaquín Bauche Alcalde, Rafael Pérez y Pérez, Luz María Perea, Marisa Garrido, Francisco Márquez, Caridad Bravo Adams, Carlos Chacón, por mencionar algunos, y actores entre los que destacan Eduardo Arozamena, Guillermo Portillo, Emma Telmo, Rosario Muñoz Ledo, Salvador Carrasco, Amparo Garrido, los Hermanos Galán, Joaquín Pardavé, Pedro Infante, Arturo de Córdova, Sara García y Luis Manuel Pelayo, constituyeron, paralelamente al del cine, un verdadero Star System de los espectáculos en el México de los 40 y 50.

Las producciones mexicanas eran tan buenas que se exportaban a varios países de Latinoamérica, España y hasta a Estados Unidos. En otras naciones del Cono Sur también causaron revuelo los melodramas radiofónicos; dejan constancia de ello autores como Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y Mario Benedetti.

Próximamente terminará este siglo y difícilmente podrá repetirse el particular fenómeno provocado por la estupenda narración radiofónica de Orson Welles, quien en 1938 causó pánico y suicidios en masa entre los radioescuchas con su versión de La guerra de los mundos, de H. G. Welles, y no sólo porque en 1997 hemos sido testigos de la llegada a Marte de la sonda Pathfinder sino porque simplemente el público da mayor credibilidad a lo que ve, que a lo que solamente escucha.

Con la televisión, la mayoría, si no es que todos los grandes nombres de las radionovelas, se volcaron al nuevo medio porque en él los sueldos subían al igual que su popularidad. Los actores ya no eran sólo voces sino personas a quienes se podía encontrar en la calle, idolatrar y reflejarse con facilidad. Otro elemento que contribuyó a la caída de la radionovela fue el uso del lenguaje en sus diálogos. No era extraño oír todavía en los 70, en los pocos culebrones radiofónicos que se programaban, melodramas inverosímiles en los que para nombrar a la amante del protagonista se le mencionaba como "la otra". En las telenovelas sucedía algo parecido, con la diferencia de que los actores podían entablar sesiones de besos y caricias que erizaban francamente las buenas conciencias de los televidentes, esto tenía definitivamente mayor efecto en comparación de las inocentes insinuaciones con las cuales se tenían que conformar los radioescuchas. A esto hay que añadirle que las historias tendieron a repetir esquemas del peor melodrama, determinados por el mal gusto y la pésima visión de los directivos de las empresas patrocinadoras de los culebrones por radio. "Cenicienta" podía llamarse María, Mercedes, Guadalupe, Esmeralda, Morelia, Fernanda, Mónica y un largo y ridículo etcétera. Sin embargo, aunque "Cenicienta" se llame como quiera, "Cenicienta" se queda. Algunas otras son novelas que fueron llevadas a la radio son las de Mario Benedetti, las radionovelas autores famosos se hicieron muy populares.

Fragmento de la radionovela "Hagamos un trato de Mario Benedetti"




En otras naciones del Cono Sur también causaron revuelo los melodramas radiofónicos; dejan constancia de ello autores como Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y Mario Benedetti. Mientras tanto, en Europa las radionovelas de mayor éxito se transmitían en Francia, Alemania, España e Italia. Un ejemplo de radionovela de éxito fue la radionovela “EL conde de Monecristo”.


Fragmento de radionovela “El conde de Montecristo”



Las radionovelas se niegan a desaparecer y, es más, se anuncia nuevamente el resurgimiento de este género radiofónico. "La radionovela lucha solita", mientras que las telenovelas tienen todo un aparato de promoción, el melodrama radiofónico carece de uno. No sólo hay que poner el huevo, sino también hay que cacarear. Mandar constantemente boletines a medios impresos y contratar espacios en éstos, anunciar mínimo una vez por semana el espacio de radionovelas a través de la televisión, hablar a programas donde se ocupan de lo que acontece en el mundo del espectáculo, promover entrevistas con los actores, guionistas, etcétera". La guionista establece que en los nuevos intentos que se hacen para revivir a la radionovela debería tenerse como prioridad contar con elencos de actores muy reconocidos en la televisión. "Los consentidos siempre serán seguidos por su público.


La radionovela es un género desperdiciado, considera Alvarez, pues no sólo es parte de la cultura nacional sino que ofrece la posibilidad de enseñar a los jóvenes cuestiones históricas, geográficas, religiosas, tal y como se hace en Kalimán, serie en la que se ubica al radioescucha en tiempos y espacios reales o ficticios. Se puede pensar que la vigencia de las radionovelas de los 40 y 50 son un aliciente para los nostálgicos que esperan escuchar nuevamente dramatizaciones radiofónicas en el cuadrante. "Al público lo que pida", rezan los empresarios como su primer mandamiento, pero hay que pensar en la lógica de que el público pide lo que conoce. Ante esta contradictoria perspectiva, las opciones que se le abren a la radionovela son pocas: o se producen magníficas series, con manejos llamativos en los diálogos, historias abiertas para un amplio espectro de radioescuchas, interpretadas por un elenco que combine nombres conocidos por el gran público y voces experimentadas en los medios de la radio y el doblaje, contando con la apertura de las estaciones, pero sobre todo promoviéndolas con un gran aparato publicitario, o de plano este género radiofónico estará destinado a ser una pieza de museo o mucho peor: un muerto en vida al cual no se le tiene ni lástima. Así las cosas, entre permitir que la radionovela siga su camino hacia el olvido o se le busquen bifurcaciones que la dirijan a su resurgimiento, se encuentran el gusto comprobado del público hacia estas series, las indiscutibles posibilidades pedagógicas del género, la opción de alcanzar a poblaciones apartadas en las que ningún otro medio tiene acceso, la oportunidad de servir como teatro para ciegos, para enfermos e imposibilitados y en sí para toda la gente que añora ejercitar su imaginación con el pretexto de una buena historia.

El drama de la radionovela en México se centra en su tradición y definitiva calidad luchando con los elementos que en su contra se conjuran para hacerla desaparecer. Pero si se escucha con atención no son estertores lo que se oye, sino sonidos lejanos de los nuevos héroes y heroínas de los culebrones radiofónicos que buscan el momento oportuno para convidarnos sus fantásticas historias y apostarse en nuestras mentes como los huéspedes por excelencia que son de nuestra imaginación.

Radionovela parodia de cenicienta “Zorricienta”


1 comentario:

Anónimo dijo...

Este blog esta muy bien hecho ya que muestra como ha cambiado la radionovela a través del tiempo y el impacto que lograban estas hacia el publico; podemos encontrar en este trabajo algunos ejemplos de radio novelas para poder ubicarnos en el tiempo y facilitar la comprension. Aparte de que el blog cuenta con una buena redaccion y un contenido denso y especifico del tema.